Cuando era una niña pequeña me encantaba escuchar
las largas historias que me contaba mi querido abuelo. Silvestre era el
peculiar nombre del mariscal que era conocido por estar siempre quejándose. Siempre
me hacían gracia todas sus historias aventureras. Un día soleado de septiembre
me disponía a tomar una taza llena de café aromático.
En ese preciso momento
observé a través de la pequeña ventana unas flores hermosas que me recordaron a
mi querido abuelo. A él le encantaban las preciosas flores, y me lo imaginaba
regándolas mientras decía “al mariscal sulfuroso nunca le gusto esto”. Con
aquella dichosa frase que repetía constantemente se refería a que nunca había
mostrado una pizca de sensibilidad hacia nada.
Entonces, saboree el café, mientras
Chistú, mi gordo gato, venía para que le acariciara su gran melena. El tacto de
su suave pelo me relajaba, y me transportaba a un lugar pleno de tranquilidad,
respeto, y calma.
Una taza llena de café aromático, en cualquier lugar
tranquilo, es mi lugar maravilloso y perfecto del mundo entero.
Me ha gustado mucho tu descripción del lugar perfecto Ana.
ResponderEliminarMe parecen muy descriptivos y adecuados todos los adjetivos que has utilizado y la pequeña historia que cuentas es muy original.
Para mí tambien sería ahora mismo el lugar perfecto uno lleno de tranquilidad y calma.
¡Buen trabajo Ana!