lunes, 15 de abril de 2013

Ejercicio de clase. MUERTE EN CASA.


A las 18.00 horas de un miércoles, me encontraba en mi casa terminando un trabajo. Mis compañeras de grupo confiaban en que hiciera los retoques finales. Era la hora de merendar, me preparé un bocadillo de jamón serrano, muy rico por cierto. Quedaban solamente dos bocados para acabar con él. Entonces, me atraganté con un trozo de jamón. Hasta tal punto que me quede sin respirar durante unos segundos. Los nervios y la ansiedad se apoderaron de mi; no era la primera vez que me atragantaba, pero con tal mala suerte que no ayudaron. 

Durante más de dos minuto estuve sin respirar. Mi agotamiento por luchar contra aquel trozo de jamón me pudo, me desplomé al suelo. Sí, triste y sola, había muerto por culpa de un bocadillo de jamón. 

Al día siguiente era la entrega del trabajo. Mis compañeras ya no tenían más insultos que decir hacia mi persona, pues no tenían idea de mi final como persona. El jueves a las 15.00 de la tarde mis amigas no pararon de llamar a mi casa para que les explicara mi ausencia. No contestaba, se alarmaron, y a las 18.00 de la tarde de ese mismo día, la policía me encontró tirada en el salón de mi casa, con el resto del bocadillo en el suelo. Mi sentimiento era de alivio, pues esta vez nadie podría echarme la culpa por no entregar un trabajo a tiempo. Y desde luego, porque me quitaron ese maldito trozo de jamón serrano de la garganta. 
Desde entonces, no volví a comer jamón, obviamente, ninguna otra cosa. Estaba muerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario